Una extracción dental, (conocida como exodoncia en su terminología médica) consiste en una técnica odontológica quirúrgica que se lleva a cabo cuando resulta imposible aplicar un tratamiento de restauración de la pieza dental. Esto quiere decir que cuando los tratamientos odontológicos no surten efecto y no es posible preservar la pieza dental con garantías de éxito, el dentista o equipo odontólogo deberá proceder a la extracción de la pieza dental. El diente ha sido finalmente extraído con éxito. ¿Y ahora qué? A medida que pasen los días aparecerá una capa blanca en la zona y superficie tratada.
Este nuevo “tejido” estará formado por fibrina, una proteína capaz de generar redes tridimensionales que atraparán los glóbulos rojos y plaquetas activadas. A medida que va pasando el proceso de cicatrización, esta fibrina de color blanco irá transicionando hacia un tono rosáceo, incorporándose a la encía.
Al igual que sucede con algunas heridas de nuestro cuerpo, un buen proceso de cicatrización se caracteriza principalmente por contar con un dolor moderado. Algo similar ocurre con la salud dental de las personas. Sin embargo, puede que el paciente experimente una serie de sensaciones que pueden ser catalogadas como poco corrientes:
Dependerá de muchos factores, entre los que se encuentran las características del propio paciente. Tras la intervención quirúrgica es normal que el individuo experimente sangrado. En ese caso deberá hacer compresión con una gasa durante una hora, evitando escupir y usar clorhexidina.
Normalmente, la encía tardará en torno a las 2 semanas en formarse y en cerrar el orificio de la propia extracción.
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Contenido supervisado y validado por el Dr. Juan Ballesteros Martínez, Director Médico de Clínica la Victoria.