Una mordida torcida no solo afecta la estética de tu sonrisa, sino que también puede tener implicaciones significativas en tu salud bucodental y general. Entender sus causas, consecuencias y las opciones de tratamiento disponibles es fundamental para tomar decisiones informadas y mantener una buena calidad de vida. En este artículo, exploraremos en detalle qué es una mordida torcida, sus causas, los diferentes tipos de maloclusiones y los tratamientos más efectivos para corregirla.
Una mordida torcida se refiere a una desalineación de los dientes y las arcadas dentales que impide que los dientes superiores e inferiores encajen correctamente al morder. Esta condición, también conocida como maloclusión, puede manifestarse de diversas formas y grados de severidad, afectando tanto a niños como a adultos.
La aparición de una mordida torcida puede deberse a una combinación de factores genéticos y ambientales. A continuación, detallamos las principales causas:
La herencia genética juega un papel crucial en la formación de la mordida. Si uno o ambos padres tienen maloclusiones, es más probable que sus hijos también las desarrollen. Los genes pueden influir en el tamaño de los dientes, la forma de la mandíbula y la alineación de los dientes, predisponiendo a una mordida torcida.
Hábitos bucales como chuparse el dedo, morderse las uñas o empujar la lengua contra los dientes pueden afectar la posición de los dientes y la estructura de la mandíbula. Estos hábitos, especialmente durante la infancia, pueden interferir con el desarrollo normal de las arcadas dentales, llevando a una mordida torcida.
Durante la dentición, los dientes permanentes comienzan a emerger, y cualquier anomalía en este proceso puede resultar en una mala alineación. La pérdida prematura de dientes de leche o el retraso en la erupción de dientes permanentes pueden causar desajustes que contribuyen a una mordida torcida.
Traumatismos en la boca, como golpes o accidentes, pueden dañar los dientes y afectar su posición. Un diente desplazado o fracturado puede alterar la mordida, provocando una desalineación que requiere tratamiento para corregirse.
Factores ambientales como la respiración bucal o las apneas del sueño también pueden influir en el desarrollo de una mordida torcida. La respiración bucal crónica puede afectar el desarrollo de la mandíbula y la posición de los dientes, mientras que las apneas del sueño pueden estar asociadas con tensiones musculares que impactan la mordida.
Existen diferentes tipos de maloclusiones que se clasifican según la forma en que los dientes superiores e inferiores se relacionan al morder.
Mordida abierta
En una mordida abierta, al cerrar la boca, los dientes frontales superiores e inferiores no se tocan, creando un espacio abierto. Este tipo de maloclusión puede dificultar la masticación y el habla, y a menudo se asocia con hábitos bucales prolongados.
La mordida cruzada ocurre cuando uno o más dientes superiores encajan detrás de los dientes inferiores al morder. Puede afectar una sola arcada dental o ambas, y suele requerir intervención temprana para evitar complicaciones más graves.
La sobremordida se caracteriza por un exceso de superposición de los dientes frontales superiores sobre los inferiores. Aunque una sobremordida leve puede no causar problemas, en casos severos puede llevar a desgaste dental, dolor mandibular y dificultades en el habla.
El apiñamiento dental se produce cuando no hay suficiente espacio en la mandíbula para acomodar todos los dientes, lo que provoca que se superpongan o giren. Este tipo de maloclusión no solo afecta la estética, sino que también puede dificultar la higiene bucal y aumentar el riesgo de caries y enfermedades periodontales.
El diagnóstico de una mordida torcida comienza con una evaluación clínica realizada por un odontólogo. Este profesional examinará la alineación de los dientes, la relación entre las arcadas superiores e inferiores y la función de la mandíbula. Además, se pueden utilizar radiografías y modelos de estudio para obtener una visión más detallada de la estructura dental y ósea. En algunos casos, se recomienda realizar estudios adicionales como tomografías computarizadas para planificar el tratamiento de manera más precisa.
Existen diversas opciones de tratamiento para corregir una mordida torcida, que varían según la edad del paciente, la severidad de la maloclusión y las necesidades individuales.Estos son los más efectivos:
La ortodoncia tradicional utiliza brackets metálicos y alambres para mover gradualmente los dientes a su posición correcta. Este tratamiento es altamente efectivo para una amplia gama de maloclusiones y puede durar entre 1 y 3 años, dependiendo de la complejidad del caso.
La ortodoncia lingual coloca los brackets y alambres en la parte interna de los dientes, haciéndolos invisibles desde el exterior. Esta técnica combina la efectividad de la ortodoncia tradicional con una apariencia estética mejorada, ideal para quienes buscan discreción.
La ortodoncia invisible, como Invisalign o Spark, emplea alineadores transparentes y removibles que se ajustan a la forma de los dientes. Estos alineadores son prácticamente invisibles y ofrecen una mayor comodidad y estética durante el tratamiento, siendo una opción popular entre adultos y adolescentes.
En casos severos de maloclusión, puede ser necesaria la cirugía ortognática. Este procedimiento quirúrgico corrige deformidades óseas en la mandíbula y el maxilar, mejorando la alineación de los dientes y la función masticatoria. Generalmente se realiza en combinación con tratamientos de ortodoncia para lograr resultados óptimos.
Determinar el mejor tratamiento para una mordida torcida depende de múltiples factores, incluyendo la edad, la gravedad de la maloclusión, la salud general bucodental y las preferencias personales. Es esencial consultar con un ortodoncista o un odontólogo especializado que pueda evaluar tu situación específica y recomendar el enfoque más adecuado. Un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento personalizado garantizarán resultados efectivos y una sonrisa saludable y armoniosa.
Contenido supervisado y validado por el Dr. Juan Ballesteros Martínez, Director Médico de Clínica la Victoria.